MUY DENTRO DE LOS 50'S

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Viaje Al Fondo de los 50's



Es el 28 de abril de 1952 y en el set cinematográfico donde se filma vitaminas para el amor (Monkey Bussiness), de Howard Hawks, hay un enorme revuelo. La prensa está lista a publicar todo aquello que hable de esa joven de 26 años llamada Marilyn Monroe que ahora es conducida al hospital Cedros del Líbano, de Los Angles, para ser intervenida de una panedicitis aguda. El día es significativo por que en la sala de operaciones las enfermeras comentaron entre ellas que si la actriz era " rubia de todo el cuerpo".


Marilyn escuchó esto y apenas se hubo recuperado de la intervención quirúrgica le pidió a su peluquero y secretario Peter Leonardi que mes a mes le aclarara ek vello púbico con algunas sustancias químicas. Esa envidiable labor la practicaba este hombre de origen italiano que había llegado a Hollywood desde 1943; homosexual declarado y confidente de Marilyn Monroe fue uno de los forjadores de la leyenda pues ya se sabe que Norma Jean de cabellos negros y. lógicamente, toda su pilosidad era oscura. Leonardi utilizo peróxidos y aguas oxigenadas que le producían a la Diosa, para designarla con este calificativo que es algo más que un título mitológico, un escozor incisivo y más de una infección que la llevarían a otro aspecto interesante de su vida: el evitar las pantaletas. Mucho se ha especutlado sobre esa costumbre de la Monroe, algunos dicen que era parte de su temperamento cálido; otros lo consideraban una falta de higiene o un desafío, pero en realidad esto se debía a que el teñido de bello pubiano le dejaba tales irritaciones que era preferible evitar cualquier prenda íntima.

Una de las maneras de escandlaizar de la Monroe era salir de compras con un abrigop de mink sin nada abajo; además, dejaría constancia de ello a la menor provocación.

Por otro lado , filósofo y sociólogo Marx Horkheinmer en sus apuntes (1950 -1969) anota que "hay dos cosa que comprendí durante mi travesía por Fancia (el cofundador de la Escuela de Frankfurt esta hablando de los años cincueta). Y en ambas se refierne a la mujer. La razón por la cual no me gusta la moda de los pantalones: es que ahora la mujer camina ahora como un hombre, con el cigarrillo en la boca, las comisuras de los labíos vueltas hacia abajo, la frente arrugada; lo mismo que el amo de esta civilización que pisote la naturaleza. Se Subraya la igualdad con el hombre, cuyo papel civilizador tan mal le sienta a ella. La mujer exhibe todos los efectos de los que asimilan a los opresores. En esta libertad licensiosa se niega, precisamente, lo érotico,a diferencia de lo que ocurre con antiguos papeles masculinos para la mujer en el teatro. La segunda cosa es la desexualización por parte de la negadora cultura de masas, la cover girl en un mundo de casa de citas, constituye la última consecuencia de la sustitrución burguesa de la creencia utópica en Dios por la adoración de la amada". 

Resulta curioso que Marilyn Monroe fue una de las primeras damas en emplear los pantalones en los tiempos modernos. Antonhy Summers en Las vidas secretas de Marilyn Monroe dirá:" Todavía no tenía papeles reales que representar, pero Marilyn estaba atareada preparando el camino. Se aseguraba de que los encargados de publicidad supiesen quién era y cortejaba a los reporteros que estaban permanentemente al estudio cinematográfico. Uno de ellos, Ralph Casey Shawhan recuerda que a menudo, cuando la entrada de los artistas estaba cerrada, Marilyn silbaba para que los periodistas que estaban en el tercer piso bajaran y la dejaran entrar. Shawhan dice que todavía le parece verla con el rostro levantado hacia la ventana, vistiendo "unos vaqueros cortados con el borde flecudo, cuando todavía nadie los usaba".


Según confesión de la propia Monroe durante la guerra "Usaba overol en la fábrica. Me sorprendió que insistieran en eso. Poner a una chica en overol es cono hacerla trabajar en traje de baño, especialmente si la chica sabe llevarlo. Los hombres zumbaban a mi alrededor exactamente que los muchachos de la secundaria. 

Quizás fuera culpa mía que todos los hombresde la fábrica trataran de invitarme a salir o pagarme unas copas" 

Lo que registró Horkheimer en el París de los cincuenta fue el fenómeno existencialista. Las mujeres vestían pantalones que resaltaban sus curvas y dibujaban su cuerpo con singular audacia. El trasero se redondeaba y pese a que las telas eran un tanto burdas era posible observar el rítmico movimiento de las caderas de una joven que se paseaba por Monteparnasse o que acudía presurosa a una cita en la cual se charlaría sobre el Segundo Sexo (1948) de Simone de Beauvior o de Nuestra Señora de las Flores (1951) de Genet; los más entrarían en la polémica de Justine (1957) de Durrell o a la aparición del segundo tomo de Sade (1957) de Gilbert Lely. Los enterados referirían a las osadías de la Monroe quien cubría su cuerpo con unos ajustadísimos jeans o que se montaría desnuda en imágenes del Playboy de 1953. El mundo cambiaba su imagen y el sexo era una necesidad emocional, una manera de entender la historia desde el vértice mismo de los hechos.
Si en el sofá rojo de la casa de la Monroe el pelucure Peter Leonardi se ocupaba de su laborioso empleo de decolorar la borla púbica de la actriz, quien en la mano sostenia un vaso de whisky y cerca de lla estaba un libro de Joyce, en la Francia existencialista el galmour se disfrazaba de desenfado y desaliño. El resultado, a la distancia y un tanto al margen de los desconciertos de Horkheimer, era, en definitiva, erótico, con ese sonido grave qie se desprendía de la voz de Juliette Greco o con esa fulgurante ironía que estaba en boca de Jean Paul Sartre o con ese sentido místico que se desprendía de El erotismo (1957) de Goerges Bataille, quién olvidó los placeres del lecho para meditar soberanamente sobre ellos. ¿ Qué nos legaron los cincuenta? Ese gusto pesimista que terminó por recuperar sensaciones y reencontrar el sabor perdido de la lubricidad sin culpa.

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